Después de las elecciones de ayer en el País Vasco, más que de ganadores (todos ganaron, como de costumbre), se puede hablar de perdedores.

En primer lugar, formalmente, el mayor derrotado a sido el plan Ibarretxe. La coalición PNV-EA ha ganado las elecciones, pero se ha quedado lejos de la mayoría absoluta que acariciaba hace un par de semanas. El lehendakari presentó las elecciones (adelantadas tras el rechazo a su plan en el Parlamento de Madrid) como una votación sobre su propuesta soberanista. Claramente perdió, al dividirse muchos de los votos que esperaban entre opciones menos (PSE-EE) o más (PCTV) nacionalistas.

No se pueden ilegalizar las ideas
Los 9 escaños del Partido Comunista de las Tierras Vascas, formación que representaba los intereses de Batasuna, son la mayor sorpresa de los comicios. Han conseguido dos escaños más que Euskal Herritarrok en 2001, sin la presencia de un líder claro (¿Es posible que la imagen de lobo de Arnaldo Otegi asuste a algunos electores?) y casi sin campaña.

Interpretando estos 9 escaños aparece otro dato a analizar: la otra gran derrotada es la ley de partidos, nacida en pleno apogeo del aznarismo para prohibir que la izquierda abertzale tuviera representación parlamentaria (por su relación con ETA), El PP acusa al PSOE de haber permitido que el PCTV se presentara a las elecciones. Pero, ¿es democrático el ejercicio del derecho a voto de 150.000 vascos? ¿Se pueden acallar las ideas? ¿Debería el Gobierno detener a esas 150.000 personas que han votado al PCTV por integración de banda terrorista? ¿Se imagina alguien que el Sinn Feinn estuviera ilegalizado en Irlanda del Norte?

Xx