Fururesex/Lovesounds, de Justin Timberlake. Prince, Michael Jackson y... Justin Timberlake? Ya le gustaría al chaval. Por ahora lo que hay que reconocerle es un raro carisma y la valentía que se muestra (para ser un producto superventas) al elegir colaboradores y la dirección de su música. Tras el buen resultado que dieron los temas menos pastelosos de su anterior Justified, el ex miembro de *NSYNC se sumerge aún con más ganas en esa mezcla de funk digital y hip-pop que practican Timbaland, Neptunes y similares. Sin embargo, los dos temazos del disco ('sexyback' y 'My love', ambos de Timbaland) siguen sin compensar alguna balada espantosa ('Until the end of time') o la falta de fuerza del disco en conjunto. Un escalón más arriba que la entrega anterior pero demasiado dependiente de talentos ajenos.

Idlewild, de Outkast. Habían sido tantas (¿y tan exageradas?) las alabanzas a sus dos últimos discos, que la banda sonora de una película realizada en su mayor gloria parecía la ocasión perfecta para poner a Outkast a caer de un burro. Y es cierto que el disco es disperso, con experimentos que solo se podrían justificar en el apoyo a las imágenes y con más pinta de divertimento que de conjunto elaborado de canciones. Se podría decir que se les ha ido la cabeza (como a Prince, al que vuelvo a mencionar) y que han querido crear el musical pop negro definitivo. Aún así el disco no es malo. Todo el que quiera acercarse a él encontrará melodías, ritmos y fraseados que podrían salir tanto de Stankonia como de Speakerboxxx/The love below.

B'Day, de Beyoncé. Algo parece haber pasado en la vida (artística) de Beyoncé. Puede que sea el cambiar la influencia de su padre, representante de las Destiny's Child, por la de su chico, Jay-Z. Ahora parece más negra, un poquillo más artista que producto de marketing. Ojo, para bien y para mal. Exceptuando un primer single ('Deja Vu') que es exactamente lo mismo que indica su título, el resto del disco parece mucho más trabajado que su debut. Pierde frescura y el poder del hit en favor de un producto más coherente y sin (casi) temas de relleno. Ahora a pedir que mezcle las dos cosas.

Kelis was here, de Kelis. Kelis siempre ha sido un poco 'la otra', la rebelde que nunca ha acabado por superar el toque sexy para todos los públicos de Beyoncé, la solidez de Lauryn Hill ni la profunda negrura de Erykah Badu. Pero sí ha sabido salir viva de todos los cambios de estilo, ritmo y colaboradores. Como decía el título de su debut, sus discos son una especie de caleidoscopio. En este Kelis was here te encuentras un hit seguido de un tema de ambiente brasileño, un medio tiempo con fondo sintetizado y después la (por lo visto) inevitable colaboración del insufrible Will.I.Am (Black eyed peas). En resumen, un poco más de lo mismo, con temas bien realizados y acabados pero que acaba cansando y baja el nivel respecto a trabajos anteriores. Además es larguísimo, algo que debería estar prohibido a discos de R&B.

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