Vamos a imaginarnos la escena: el día de Acción de Gracias del año 2002, Sufjan Stevens estaba cómodamente cenando con su familia. Súbitamente su madre (con el asentimiento cómplice del abuelo John) criticó al muchacho por dedicarse a eso del rock y no haber llegado a tiempo para trinchar el pavo. Al final de su discurso le acusa de perder el tiempo en tonterías y ser poco americao. Stevens, enarbolando la épica de la bandera de barras y estrellas (y con unos cuantos ponches de más) promete utilizar su habilidad con los instrumentos para componer una canción, qué digo una canción, ¡un disco entero! a cada uno de los 50 estados de la patria de Lincoln.

La broma le va a salir cara. Hacer un disco temático sobre Miami puede no ser tan complicado, pero ¿sobre Ohio? Pero nada pudo desanimar a nuestro protagonista. Al año siguiente (2003) publicaba su elogio musical a Michigan (fácil, su lugar de nacimiento), un brillante disco que le valió el aplauso de la crítica especializada. Pero luego pareció arrepentirse de su promesa. En 2004 publicó un disco 'normal', Seven Swans (también notable).

Pues no. Stevens acaba de publicar (Come on feel the) Illinoise. Y si los anteriores discos estaban muy bien este es fantástico. Melodías pop, coros y crescendos de violines, minimalismo a lo Steve Reich, recuerdos al folk de alcoba de Iron&Wine, guiños al 'close to me' de The Cure y cincuenta mil cosas más. Un auténtico tobogán musical en el que caben muchas cosas, y todas buenas.

Desconozco lo que hará este hombre cuando le toque Alaska, pero a la altura de Illinoise realmente vale la pena hacer una parada.

Xx