Ya lo había intentado Kano, pero la jugada le ha salido mejor a Rascal: partir del muy londinense grime y acercarse el Hip Hop hiperacelerado de Outkast y la escena musical de Atlanta. Todo con momentos de recuerdo a Public Enemy ('Pussyole') y el toque pop(rock) que suponen las colaboraciones del Arctic Monkey Alex Turner y Lily Allen.

El resultado es un trabajo perfectamente coherente con la evolución que ya había comenzado con el anterior Showtime. Menos experimentos y suciedad musical (la producción es cada vez más brillante y standard) y una apuesta clara por hacer buena música comercial. Muy disfrutable y una prueba de lo hábil e inteligente que es Rascal. Se le puede echar en cara que ha dejado de escribir ese capítulo de la historia de la música que inició con el histórico Boy in the corner. Puede que tampoco haga ninguna falta.

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