Me levanto bastante más vivo que el día antes y tras un café y una charla sobre cualquier cosa Kevin me hace un auténico examen sobre la cena de la noche anterior en su restaurante: desde los platos hasta la sala, el papel de la carta o el tipo de cubiertos.

Me despido de él y quedo con Virginia para dar una vuelta cerca del barrio árabe, comer en un restaurante chino y visitar un mercadillo que resultó ser el de un centro comercial cercano (otra forma de comprar, supongo).

Vuelta al piso para preparar la maleta. Desde que pillo el taxi tardo 24 horas en llegar a Madrid. Primero llego a Bangkok entre relámpagos (espectacular) donde paso cuatro horas, luego otro avión hasta Amsterdam y luego el viaje a Barajas. Vuelta a casa entre el aire acondicionado y casi veinte grados menos de temperatura. Que la garganta me pille confesado.

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