James Brown fue muchas cosas: showman excepcional, cantante de potente voz, líder de una de las mejores formaciones de la historia, grandioso compositor y también portentoso batería. De sus ensayos y juegos con el ritmo da cuenta 'Soul Pride', un recopilatorio de sus instrumentales en la etapa 1960-1969.
Pero la joya de la corona es Funky Drummer. La voz es (como en otras ocasiones) un instrumento más en una larga pieza (casi diez minutos) que vuelve esqueleto al funk y que serviría de inspiración (y sample más repetido) al hip-hop. Todo un viaje.
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Pero la joya de la corona es Funky Drummer. La voz es (como en otras ocasiones) un instrumento más en una larga pieza (casi diez minutos) que vuelve esqueleto al funk y que serviría de inspiración (y sample más repetido) al hip-hop. Todo un viaje.
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Teniendo en cuenta la fidelidad (hay un par de scraches, pero se respetan los originales) y que los conciertos de Brown era una especie de mix non-stop de sus temas, la sesión es algo así como el concierto que Diplo siempre hubiera deseado ver del 'padrino del soul'. La selección es interesante (navega en sus instrumentales y alguno de los temas que produjo para singles en solitario de sus coristas) y el resultado todo lo bueno que se puede esperar de un sesión con gusto y semejante materia prima.