Fin de mis vacaciones. El jueves y el viernes visité Huelva. La ciudad es cómoda, pero tampoco tiene muchas cosas destacadas. Lo más curioso, un barrio de casas de estilo británico construido por la Rio Tinto Company Limited para sus trabajadores. Gastronómicamente, muy ricos los chocos con judías, una especie de albóndigas de bacalao y vegetal llamadas Gokuh (¿homenaje al manga Bola de Dragón?) y las Coquinas (parecidas a las almejas).

Ya en Moguer (el pueblo en el que tenía la boda) me quedé sorprendido con la luz y el silencio de sus calles. Precioso, de verdad. Allí tomé por primera vez toro (muy sabroso). Mis amigos se casaron en el Convento de Santa Clara, el lugar en el que rezó Cristóbal Colón la noche que regresó a España tras descubrir América.

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